miércoles, 28 de mayo de 2008

Yfo


"Si sé lo que da paz,
¿Por qué lo impido?
Si sé lo que más consuela,
¿Por qué ando triste?
Si sé lo que enriquece,
¿Por qué acaparo?
Si sé lo que es amar,
¿Por qué me ofendo?
Si sé lo que es verdad,
¿Por qué me engaño?
Si sé lo que es paciencia,
¿Por qué no aguanto?
Si sé lo que es la herida,
¿Por qué no curo?
Si sé lo que es la noche,
¿Por qué no espero?
Si sé lo que es creer,
¿Por qué pregunto?"

Grazias sjd

domingo, 25 de mayo de 2008

Arreglando el mundo


Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Así que pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su laboratorio decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle, con el objeto de distraer su atención. De repente, se encontró con una revista en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie". El científico calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.

Pasadas algunas horas escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo". Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niñoPero para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares "¿Cómo era posible?¿Cómo el niño había sido capaz de hacerlo?".

De esta manera el padre preguntó con asombro a su hijo:" Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿Cómo lo lograste?". El niño respondió: "Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era...

Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo."



Es posible construir enormes catedrales que se mantienen en pie siglos y siglos después, es posible viajar miles y miles de kilómetros a través del espacio y posar un pie sobre la luna, es posible crear una gran red que interconecta cada hogar del mundo, unos con otros, aun situándose en las mismísimas antípodas... todo lo físicamente realizable es posible para el ser humano.

La palabra imposible queda reservada para el plano de lo propio, de la mente, del espíritu, se le resta importancia a lo más importante, lo cual muestra la verdadera imposibilidad del hombre, su verdadera limitación, y ésta es ir contra natura y permitir la infelicidad de sus iguales mientras que no nos afecte de manera directa, es el no pensar en los demás, derivado lógico del no pensar.


Ten la valentía de pensar... será posible?

miércoles, 7 de mayo de 2008

El joven rico ( ¿ rico de Dios? )


(Mt 19.16-30; Le 18.18-30)
17 Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas
delante de él y le preguntó:
-Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? 18 Jesús le contestó:
-¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. 19 Ya sabes los mandamientos: 'No mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni engañes, y honra a tu padre y a tu madre.'
20 El hombre le dijo:
-Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven. 21 Jesús le miró con afecto y le contestó:
-Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás
riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme.
22 El hombre se afligió al oír esto; se fue triste, porque era muy rico. 23 Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos:
-¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!



Me ha sabido mal lo del joven de esta mañana, el que ha venido a primera hora y me ha pedido poder seguirme. Realmente me sabe mal. Tenía de todo y carecía todo. No ha tenido ningún problema al presentar su vida, su expediente como la cosa más bella y más perfecta. Conocedor y buen cumplidor de los mandamientos, correcto y recto en su conducta, buen gestionador de todo aquello que le ha llegado de sus padres y, por lo tanto, del Dios que bendice a los justos con riquezas y aciertos, motivado y animado por mi mensaje y aquello que sabía de mí, valiente para venir a proponerme el hacerse discípulo mío. Y, con todo, un punto de debilidad, de excesiva confianza, de seguridad mentirosa. Desconocía mis convicciones más profundas y, cuando le he propuesto lo de: Ve, vende todo el que tienes y repártelo con los más pobres, se ha quedado clavado. Como si se le hubiera roto la imagen que tenía de mí mismo, como si la idea de seguirme con que llegaba no se correspondiera para nada con lo que veía y escuchaba en aquel momento. Dalo todo a los pobres, ven y sígueme. Si antes él me veía como un Dios a quien servir a partir de los bienes recibidos y adquiridos, ahora se encontraba contradicho por este Dios que nada quería sino a él mismo. He de imaginar que esto le suponía abandonar su idea primitiva de Dios para encontrarse con otro rostro divino, un casi Dios del desprendimiento y la generosidad, de la confianza ilimitada, de la solidaridad incondicional. Nada que ver con el que había seguido y conocido hasta entonces con tanto éxito. Me parece que ahora me explico su infinita tristeza en los ojos. Ahora podréis entender mi tristeza, también. Pienso que ofrezco la verdad, la claridad, la humanidad, la felicidad y no acierto en la forma y el fondo. Esto de los pobres toca a fondo y es desde el fondo que hace falta replantearse la vida. Y es tan fácil acogerse a la poca o la mucha seguridad que dan los bienes, los reconocimientos, los saberes, ... Y la conversión empieza por aquí. No es una cuestión de estética tan sólo; es una cuestión de ética, de fraternidad, de barro, de esencia, de revolución. Ojala se hubiera sentido perdonado por sus opciones religiosas engañosas. Pero no ha sabido ver la riqueza de la propuesta. El Dios de los pequeños, de los humillados, de los excluidos, le perdonaba su inconsciencia y superficialidad, le ofrecía un nuevo mundo y una nueva tierra. La vida auténtica, el rescoldo de verdad, la compañía de los liberados y Iiberadores. Me sabe mal por él y me sabe mal por mí. ¿Cómo me lo perdonaré?

(Jesús de Nazaret).
Gracias por el correo Albert, siempre aciertas