lunes, 19 de diciembre de 2011

¿otro día más?



Salió de casa. Era tan temprano que aun no se habían despertado los rayos del sol o quizá llegaban tarde aquella mañana y no Ella, que apunto había estado de quedarse dormida, motivo por el cual caminaba con presura en dirección al tren. En su mente solo aparecía la imagen del sol remoloneando sin querer amanecer, calentito... le hizo gracia y se sonrió tímidamente aunque por otro lado sintió envidia porque Ella también se quería haber quedado más tiempo durmiendo. De hecho estaba segura de que si alguien la hubiera avisado del frío que hacía se hubiera concedido al menos una hora más de sueño.

Llegó a la estación... ¡ ocho minutos para el próximo tren! Definitivamente no llegaría a tiempo. Se colocó un poco mejor la gruesa bufanda roja para intentar cobijar del aire helado a su pobre nariz, si es que seguía ahí, ya que hacía algunos minutos que había dejado de sentirla. También se puso la capucha del abrigo pero el motivo no era la baja temperatura matinal de aquel 19 de diciembre, sino la intención de pasar desapercibida en medio de un andén que cada vez se veía más congestionado por el retraso del tren ( un accidente en las proximidades de Atocha, según anunciaba por megafonía una voz impersonal y artificialmente modulada que sentía las molestias) aumentando así la probabilidad de encontrarse con un conocido y potencial iniciador de una conversación insustancial que Ella quería evitar a toda costa, así que más le valía agachar bien la cabeza. No obstante y por si quedaban dudas, abrió la mochila y sacó un libro, " Se busca una mujer", de Charles Bukowski, procediendo a enfrascarse en su lectura sin levantar ni un momento la vista del papel. Si no quería tener que dejar a medias el capítulo tenía que leer rápido, aunque también podría hacerlo durante el viaje.

La vibración de las vías le indicaron que en unos segundos aparecería el esperado. Le gustaba atender a ese tipo de señales. Cuando lo hacía, su mente se remontaba a tiempos en los que no existían ciertas "comodidades". Siempre pensó que detalles como mirar al cielo y poder intuir el tiempo que haría al día siguiente tenía un encanto tristemente perdido, con la controversia de la pasión que sentía por los adelantos tecnológicos en los que " quizás algún día trabajes", le dijo la voz del conferenciante que había escuchado justo la semana anterior.

Fue un inicio de trayecto espantoso. Debido a la demora el tren rebosaba de gente airada que definitivamente no llegaba a su destino a tiempo. Ella se dio cuenta de que su idea de continuar leyendo era una soberana estupidez porque apenas podía mantener su libro abierto sin que el brazo derecho del señor con traje o la tremenda mochila de ese estudiante de bolonia que aun no sabía que los macutos en el suelo molestan menos le incomodase o distrayese. Agh, ¿ pero es que nada iba a salir bien?. No con poca dificultad consiguió sacar de su bolsillo derecho el mp3 e intentó evadirse, sumergiéndose en una voz de autor acompañada de una guitarra a todo volumen.

Cuando se aproximaban a la estación de Atocha los ocupantes del vagón empezaron a removerse inquietos como era costumbre, intentando acercarse a las puertas de salida. Tras sufrir varios empujones, Ella se dispuso a colocarse en la zona de los asientos. Con un poco de suerte se sentaría puesto que aun le quedaba una estación más por recorrer hasta llegar al destino. Continuaba con los cascos puestos cuando se dio cuenta de que varias personas miraban en la misma dirección, a su espalda. Se giró de manera intuitiva y comprobó que había una especie de discusión entre una mujer y una chica con una maleta. Se quitó los auriculares:

- Pero por favor, déjeme estar más cerca de la puerta. Voy a perder el AVE, no llego... decía la joven.
- Y que se cree- contestaba la mujer- ¿ que yo no tengo prisa también? ¿ que va a adelantar mucho por ponerse en la puerta?
- No, en realidad no, pero estoy nerviosa, por favor...

La verdad es que se la veía realmente angustiada. Fue entonces cuando nuestra protagonista observó con mayor detenimiento a las personas que la rodeaban, como hasta ahora no había hecho. Todas ellas impasibles, abrigadas, leyendo, escuchando música, a lo suyo, con sus cosas. Y fue entonces cuando sintió un deseo imperioso de que la chica joven saliese la primera, de que pudiera coger el AVE. Y ocurrió. Así, sin más, como ocurren las cosas inesperadas, los que no se habían retirado, la misma mujer que había respondido a la joven que no lo haría, empezaron a dejarla pasar bajo la mirada atónita de la chica y por supuesto de Ella... " no puede ser- se dijo- no puede haber sido por haberlo deseado". La joven de la maleta se colocó la primera en la puerta no sin antes agradecer a todo el que la permitía dar un paso más hacia delante y desapareció, la primera, cuando la puerta se abrió. Ella vio como se alejaba corriendo hacia las escaleras mecánicas.

Consiguió sentarse y no pudo dejar de pensar en lo que había sucedido. Aunque sabía que era imposible... ¿ y si no lo era? ¿ y si podía hacer realidad sus deseos? Al darle algunas vueltas a esa idea se dio cuenta de que desde por la mañana había deseado varias cosas incumplidas: estar más tiempo durmiendo, que no hiciera tanto frío, que no se retrasara el tren, no encontrarse con nadie conocido,poder leer el capítulo entero... nada de eso había ocurrido. ¿ Y si lo que podía hacer era cumplir los deseos de los demás? Bien mirado, solo había pensando en sí misma desde que había empezado el día, ni un solo pensamiento hacia otra persona que no fuera ella y su propio bien... tenía que validar esa hipótesis, tenía que proceder a un ensayo y error...¿ pero cuál?
El tren avanzaba y ya estaban apunto de salir de la estación anterior al destino de Ella cuando se subió una persona con una guitarra y un pequeño equipo de altavoz con una cestita encima para recoger dinero. Era su ocasión. Desearía durante toda la actuación que al finalizar la gente sacara sus monederos. Fueron cuatro minutos interminables...Acabó y avanzó por el pasillo cestita en mano. Nada. Ni una sola moneda. Fue una decepción tan grande que al pasar por delante de Ella, él lo notó. Encima no tenía ninguna moneda para darle.
- Lo siento- le dijo apenada.
- No te preocupes, espero que hayas disfrutado de mi música,bonita. Te deseo felices fiestas.

...

- ¿Sabes? si de verdad lo deseas, así será- respondió Ella.


Llegaron a Nuevos Ministerios. Aquí terminaba, como todos los días, su viaje en tren. Pero no había sido como todos los días. Esta vez había sido realmente consciente de que no viajaba sola y de que aunque algunas veces bastaba con desear el bien para los demás, el resto de las veces, la mayoría, una tenía que poner de su parte.


Ojalá todos tengamos felices fiestas... ¿ ojalá? De eso me encargo yo, o Ella. Así será =)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho como has utilizado el concepto "deseo" en tu relato. Ese anhelo, o sentimiento que precede al deseo de, este caso, que pase algo, queda muy bien reflejado en la parte del guitarrista. La protagonista cambia la actitud o el pensamiento de "deseo egoísta" para si misma al empatizar con alguien que lo está pasando mal. Ese sentimiento de empatía es lo que hace que el concepto deseo lo entienda la protagonista como un "deseo solidario" para los demás, anhelando que a partir de ese momento, se cumpla los deseos de las demás personas, como es el caso del guitarrista. Ese cambio de visión me ha encantado.

Pero te confundes en una cosa, Ella SI iba sola en el tren, y ese precisamente es el problema de la sociedad. Ella vive en un mundo donde la gente no empatiza con la gente, donde cada uno sólo mira su ombligo, donde el deseo es egoísta y únicamente material, donde poca gente desea algo bueno a otra persona en la sociedad. Ella únicamente es la que entiende el sentido del buen deseo. Ella es la única persona que ese día iba en ese tren.

J dijo...

JEJE mola cuando se es capaz de contar un cuento de algo que le ha pasado a uno... una cosa es contar lo que te ha pasado y otra muy diferente es suscitar sentimentos en el oyente algo más que lo meramente contado: un cuento!!! será verdad? ;)
Hace mucho tiempo salía con una chica que, cada vez que nos veíamos, me pedía que la contase un cuento... si los llego a escribir (porque no eran malos, la verdad) ahora sería como Benedetti ;)
Al comentarista anónimo anterior... me gusta ver la vida de forma algo más optimista... algo más bella de la que la quieren hacer mis ojos. Me gusta pensar que detrás de todas esas caras cerradas, duras, pétreas... hay un corazón palpitante, de carne y sangre. La mujer que primero la increpa y después la deja pasar algo deja entrever, no?

Sandrita dijo...

espera tu comentario como agua de mayo Juli! hacía muchísimo tiempo que no escribía un relatito como éste y creo que te ha gustado tanto como a mi así que me alegroo!

respecto a los cuentos que tú le contabas a aquella chica... ya podrías abrir tu un blog y así podría presionarte como haces tú conmigo! ^^


y lo que le dices a anónimo... jiji lo mismito le he dicho yo al leer lo que me ha escrito =).

J dijo...

Pues si quieres que te diga la verdad, no hace mucho le dije a mi cónyuge que podíamos hacerlo...

Pero soy muy tikismikis, y si no encuentro el tipo de letra que quiero, el fondo de pantalla, el estilo... BUFFF!!!! podría ser terrible!!

Además, una vez levantadas las expectativas... cualquiera las hunde!! prefiero retirarme en la cumbre