Una canción que me ha venido muy bien escuchar en el tren, donde el cansancio después de un día duro asusta al ánimo, que se enconde tímidamente detrás de esa aparente seriedad. Tranquilidad... que de todo se sale.
Aunque me rompan los dientes, me quedará la sonrisa,
y aún fracasando en lo simple, barrunto ya la utopía.
y aún fracasando en lo simple, barrunto ya la utopía.
Abocado a una cadencia casi virgen de autocompasión
desde lo peor del fango, ya sólo puedo ir a mejor.
En esta vida cursiva, ¿quién no tiene un mal momento?
no es una buena salida arroparse en el estiércol.
Condenado a la insistencia, cómo reconforta el dolor.
Condenado a la insistencia, cómo reconforta el dolor.
desde lo peor del fango, ya sólo puedo ir a mejor.
No hay bien que cien años dure, no hay mal que por bien no venga,
de tanto leerme el cuento, me aprendí la moraleja.
No hay que mostrarse optimista, ni afincarse en la desolación:
desde lo peor del fango, ya sólo puede ir a mejor.
Me lo guiso como puedo,
me lo como hasta sin pan
que aunque las penas son menos
le quita el punto de sal
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